Tras largos años alejado de las pantallas, el 2020 tuvo una breve participación en la serie chileno-finlandesa “Héroes Invisibles”, el actor volvió a la ficción nacional como parte de la realización de la productora Inteligencia Colectiva, historia que este jueves exhibe su cuarto y último capítulo en TVN. “Director supremo de la CNI. Serio, disciplinado y un puta madre, mi hermano. Su llegada al poder fue casual, años atrás nadie habría pensado que lo lograría”, así describe Mario (Daniel Alcaíno) a su amigo, el General Humberto Thompson, personaje que Pablo Ausensi interpreta en “La Sangre del Camaleón”. De esto y más, conversó en exclusiva con Teleseries.cl.
Por Pablo Carrasco.
¿Cómo surgió la posibilidad de que interpretaras al General Humberto Thompson?
Javier Rebolledo -autor del libro en que está basado “La Sangre del Camaleón”- me propuso trabajar en la serie y acepté. El primer personaje que me ofreció interpretar fue el del general Mendoza. Se hizo un teaser para postular a los fondos del CNTV (Consejo Nacional de Televisión) y ahí fui el General Mendoza, simplemente un señor que estaba sentado en una mesa. El proyecto de la serie contaba con ocho capítulos, donde seguía la idea de hacer a este personaje, que tenía algún grado de participación, pero diría que menor al del Thompson. Con el estallido social, la pandemia y la alta inflación que hubo, se suspendieron las grabaciones por harto tiempo y se redujo de ocho a cuatro capítulos y en esa reducción, el general Mendoza desapareció y Javier me dijo que mejor interpretara al general Thompson.
¿Qué fue lo que más te llamó la atención de este personaje?
Aunque se vea frívolo, una de las primeras cosas que conversamos con el director era si yo iba a tener que pelarme para parecerme al general Gordon, en quien está basado el general Thomson y él respondió que sí. Así que tuve que raparme, aunque no fue al cero, sino con una frente muy amplia. Lo hice y me resultó muy raro, andaba con vergüenza por la calle, así que usé gorros, pero extrañamente al final me acostumbré, y me saqué el gorro. Lo segundo fue cómo interpretar a un hombre que parecía muy bonachón, simpático y bueno para las fiestas, y que al mismo tiempo era capaz de mandar a matar a diez personas y no se le arrugara nada. Esa dualidad era una de las cosas que más lo caracteriza. En mi vida personal me había encontrado con personas así, que me llamaron mucho la atención. Tuve la oportunidad de conocer a un señor que era general de la república, yo lo vi llegar a su casa vestido como general, muy formal y cuadrado, y al rato se sacó la gorra, la chaqueta y salió al patio con su perrita. Parecía un niño, riéndose y jugando con su perrita, era una escena muy tierna, yo lo veía y no lo podía creer. Esa imagen jamás la olvidé y me ayudó para ver a Thompson en esos dos roles en que lo vemos en la serie. Como un tipo bonachón y simpático y, por otro lado, un sujeto que es un perro cuando tiene que serlo. Eso existe y no son monstruos de caricaturas, son seres humanos, en una de sus múltiples versiones. Yo he aprendido también con la vida que no es necesario saber tantos detalles de la biografía del personaje que uno interprete, si ninguno te sirve para algo concreto que debas mostrar, aunque esté basado en una persona real que se pueda investigar. Lo importante es actuar con verdad y tratar de que el público crea que tú eres ese señor en ese momento.
¿Cómo fue trabajar con Daniel Uribe y Javier Rebolledo como directores de “La Sangre del Camaleón”?
Con ambos fue un placer enorme. Creo que tuve un lindo diálogo con los dos. Daniel es súper piola, tranquilo y me contaba más o menos de cómo iba la escena, los planos, los encuadres, que algunas escenas tenían referencias a películas que él había visto y conversamos de la vida también. Fue un placer trabajar con Daniel Uribe. A Javier lo considero mi amigo y creo que él igual me considera el suyo. Hay un cariño bien grande entre nosotros y esa es la base de todo. Me encanta estar y conversar con Javier y creo que hizo un súper lindo trabajo como director de actores. He conocido a muchos directores y no todos tienen el don de sacar lo mejor de sus actores. Te guiaba de una manera súper amorosa y te hablaba de lo que va ocurriendo, de los textos, los diálogos, qué idea hay ahí subyacente, porque todo eso es muy importante. Creo que muchos actores le dijeron lo mismo, que estaban muy agradecidos de su trabajo con ellos. Javier ha estudiado muchísimo tanto de la escritura del guion como sobre la actuación. Y creo que lo hizo muy bien… Y este es su primer trabajo en ficción audiovisual… En resumen, feliz de haber trabajado con los dos.
Para interpretar a este uniformado, ¿tuvo que hacer uso de sus recuerdos sobre el régimen de Augusto Pinochet?
Viví toda la dictadura militar en este país. Durante todo ese tiempo nunca me torturaron y jamás intentaron matarme, pero viví toda la dictadura como un ciudadano con gran disconformidad, y a veces con terror. Para “La Sangre del Camaleón” no necesité saber mucho más de lo que yo ya sabía y de lo que yo había vivido. Un hito que se nombra en la serie fue el Caso Degollados de 1985, donde un grupo de carabineros asesinaron a Santiago Nattino, Manuel Guerrero y José Manuel Parada. El día que se supo que los habían asesinado, el centro de Santiago estaba muy convulsionado, yo entonces estudiaba en la escuela de teatro de la Chile, que estaba en Amunátegui muy cerca de la Alameda y no sé por qué andaba por la Plaza de Armas. Crucé la plaza camino a la escuela. Vestía como alumno de teatro y un carabinero me vio. Apuré un poco el paso, él se empezó a acercar y me aterré. El gallo me agarró y con una precisión de maestro me tomó del brazo y me agarró de un dedo, dejándome inmovilizado y con un dolor muy profundo. En ese minuto sabía que no tenía nada que hacer. Pasé dos noches en la primera comisaría ubicada en calle Santo Domingo y éramos más de cien personas las que estábamos detenidas ahí. Vi cómo eran los agentes de la CNI, que aparecen mucho en “La Sangre del Camaleón”, con sus bigotes, ternos y lentes oscuros. Me sacaron fotos, las huellas, “tocar el piano” como le decían, y me ficharon en la CNI. Años después surgió una anécdota con eso, que por suerte no tuvo mayor repercusión, cuando me contrató Televisión Nacional de Chile por primera vez, me llamó Sonia Fuchs, la productora general del área dramática, y me dijo: “Tú tienes antecedentes de la CNI”. Yo le conté lo que había pasado y que no militaba en ningún partido político. Ella me preguntó: “¿Te podemos contratar?”. Yo le dije que sí. Después preguntó: “¿Y te vas a portar bien?”. También le respondí que sí a eso. En otra oportunidad me podrían haber echado y decirme que no podía trabajar, porque estaba fichado en la CNI. Durante esa detención pasé susto, pero no estuvo en riesgo mi vida. Esa experiencia de estar privado de libertad, de no poder comunicarme con mi familia, que mis papás se desesperaran y tuviesen mucho miedo, está dentro de una escala muy mínima obviamente si la comparamos con la experiencia horrorosa de tantas víctimas a los derechos humanos. Pero para mí fue suficiente… Como cuando uno vacuna a alguien contra una gran enfermedad, yo me quedé vacunado, con esa pequeña dosis inoculada en mí, entendí hartas cosas del comportamiento humano, de cómo vivíamos, de haber estado frente a agentes de la CNI. No necesitaba leer ningún libro, porque sé a lo que iba esta serie y no tuve mayores inconvenientes para interpretar a este señor.
Desde tus comienzos actuando en televisión has participado en muchas ficciones de época, como las miniseries “Teresa de Los Andes”, “Crónica de un Hombre Santo”, “Héroes Invisibles”, y los telefilmes “Cuentos Chilenos” y “Héroes”. ¿Qué significa para ti haber estado en “La Sangre del Camaleón”?
Fue un reencuentro con el mundo audiovisual y las personas que trabajan en producciones como estas, ya sean actores, directores, productores, maquilladores, vestuaristas, etcétera. Significó mucho, porque hacía bastante tiempo que no trabajaba en nada audiovisual. En teatro ya mucho más tiempo. Antes de hacer “La Sangre del Camaleón” pensaba que no iba volver a actuar nunca más. Lo pasé muy bien y fue bonito conocer a actores que solo había visto en pantalla, o de encontrarme de nuevo con Daniel Alcaíno, habíamos trabajado juntos en la primera obra que hizo él profesionalmente saliendo recién de la escuela, que fue “Mala Onda”, donde nos conocimos. La parte política y social es muy importante aquí y va a haber gente más joven que podrá tener un pequeño aprendizaje al ver cosas que no vivieron, y que la serie les está contando en primera persona y les ayudará a tener una nueva mirada al respecto. Si pudiera redondear y en vez de esta serie me hubiesen ofrecido hacer algo de cualquier otra época o actual, habría estado igual de contento. No está en mí el tener la vocación de que todos se enteren cómo fue el Golpe de Estado o cómo fueron esos diecisiete años. Para mí fueron muy dolorosos y la alegría sí llegó. Salir de esa dictadura y sacar a esos militares del poder fue importantísimo y espero que nunca más vuelva a repetirse algo semejante.
Llevas más de tres décadas trabajando como actor en televisión y has hecho desde teleseries y series, y cuentas con una amplia trayectoria en el doblaje. ¿Posees personajes preferidos o que el público te recuerde?
Sí. Hay personajes que fueron súper importantes para mí. Por ejemplo, Lucho Fernández, el hermano de “Teresa de Los Andes”, que fue una miniserie que todo Chile vio y me puso en un lugar bien especial. Pero hay otro rol que es bien recordado por la gente que es Alfredo de “Rompecorazón”, donde hice dupla con Mauricio Pesutic, y lo pasé muy bien trabajando con él. Era un personaje medio tontorrón y la gente todavía lo recuerda. En general, no me ha tocado hacer grandes personajes. En el doblaje, donde más me he desarrollado y en donde llevo más de treinta años trabajando sin parar, hay roles memorables para ciertos grupos de personas, como los de animé, podría nombrar a Zuko de “Avatar: La leyenda de Aang” o Sportacus de “Lazy Town”. Gracias al doblaje de esos personajes me han entrevistado del extranjero. He tenido la suerte de estar en todas las plataformas, desde teatro, teleseries, series, y doblaje. Recuerdo con harto cariño las cosas que he hecho, pero tengo clarísimo que muchas ya fueron y la gran mayoría ya pasaron.
¿Tienes nuevos proyectos en carpeta como actor?
Yo me siento medio en retirada de la actuación. Es muy difícil que me vea actuando en teatro o en una teleserie ahora, lo veo súper improbable. Quiero hacer otras cosas, como manualidades y la cosa más plástica. Tengo un taller muy bonito con hartas herramientas y cuestiones. Espero mantenerme en el doblaje. Si surge otro proyecto audiovisual yo feliz, y si Javier Rebolledo se entusiasma con otra serie o una película, y me invita… Miel sobre hojuelas.
Fotografías reproducción TVN.