Tras “Zamudio: Perdidos en la Noche” y “La Cacería: Las Niñas de Alto Hospicio”, el elogiado realizador vuelve a apostar por la adaptación de hechos reales en la pantalla chica. Así, esta segunda temporada del thriller protagonizado por Francisco Melo aborda la desaparición del adolescente Ricardo Harex, ocurrida el año 2001 en la ciudad de Punta Arenas. La serie producida por Villano y que cuenta con tres capítulos debuta hoy jueves, a las 22:45 horas, a través de TVN. En Teleseries.cl hablamos con Juan Ignacio Sabatini, quien nos comentó sobre los desafíos que implicó este nuevo ciclo, desde sus temáticas y la importancia que sean emitidas en la televisión pública, lo que significó filmar en la región del Biobío, y cómo fue el trabajo con los nuevos profesionales que se sumaron al proyecto.
Por Pablo Carrasco.
¿Cómo calificarías el proceso de llevar a cabo esta segunda temporada de “La Cacería”?
Intenso, como lo son este tipos de proyectos inspirados en hechos reales y que tocan temas tan complejos y sensibles para la sociedad. Muy desafiante hacer una segunda temporada y hacerse cargo de personajes creados e instalados en un primer ciclo y que tienen continuidad y hay que darles una nueva vida.
¿Qué fue lo bueno y lo malo que dejó el primer ciclo?
Yo creo que lo bueno de la primera temporada o de lo que a mí más me ha dado orgullo y satisfacción es haber instalado, a partir de una obra de ficción con protagonistas queribles y reconocibles, la discusión en la opinión pública sobre la invisibilización de la pobreza, la violencia de género y la impunidad. Se abrieron grandes temas y puso en discusión todo lo que hay detrás del caso del psicópata de Alto Hospicio. La recepción del público a cómo estaba construida la historia también es algo que valorar y rescatar. Eso nos dio una nueva oportunidad de avanzar y hacer un segundo ciclo. No tengo valoraciones negativas sobre la primera temporada, porque fue un proceso de aprendizaje enorme para todos los que estuvimos involucrados en la producción y evidentemente en ese desarrollo hubo cosas buenas, otras no tanto y otras definitivamente malas. Pero en la foto general no tengo nada malo que decir sobre ese ciclo.
¿Estuvo en este nuevo ciclo el mismo equipo creativo con el que abordaste el caso de las niñas de Alto Hospicio?
Para la escritura de los guiones volví a colaborar con Enrique Videla, mi gran compañero de tantas batallas, y esta vez acompañados por Paula Del Fierro. Ese fue el equipo creativo en esta segunda temporada, que al revés de la primera, que estaba escrita a partir de una investigación notable que hizo Rodrigo Fluxá. Ahora más tirado para la ficción que basados o inspirados en una investigación concreta. Trabajé con un equipo técnico totalmente distinto y eso le da un valor en sí mismo a cada una de las temporadas. Porque son súper distintas desde el punto de vista estético. La primera tiene escenarios devastadores en medio del desierto más árido del mundo y la segunda es más urbana e industrial, con tonos más grises y azulados. La mirada de nuevos colaboradores desde el equipo de arte hasta el de fotografía le dio su distinción e impronta particular.
¿Es cierto que hubo que reducir la cantidad de episodios para esta nueva temporada?
Efectivamente. Esta temporada estuvo diseñada inicialmente para seis episodios y por razones netamente presupuestarias, conversando con las partes involucradas dentro del proyecto -el equipo de fomento del CNTV y TVN-, tomamos la decisión que la forma de hacer viable el proyecto era en tres episodios, ya que no traicionaba el diseño de la trama original de la historia. Así que por esa razón pasamos de seis episodios a tres y que visto en perspectiva le hizo súper bien. Fue una cantidad de minutaje muy apropiada para contar esta historia.
¿Qué tal fue dirigir a actores que no habían trabajado antes contigo como Cristián Campos, Tamara Acosta, Manuela Oyarzún, entre otros?
Es un lujo compartir set con Cristián, Tamara y Manu. Una de las cosas que me pone contento en los resultados de la serie a horas de que vea la luz es que contactamos a tremendos actores para el elenco que acompaña a Francisco Melo y Gastón Salgado, como Marcial Tagle, Alejandro Trejo, Theo Castro, Michael Silva y Otilio Castro. Encontré a artistas sensibles, generosos y dispuestos a abandonarse a ellos mismos y entrar en sus personajes. Eso se valora mucho en los procesos creativos para llegar a encontrar a estos personajes y que hagan justicia a la historia que les fue encomendada contar. Por ejemplo, el rol que hace Otilio es muy complejo y él supo encontrar matices y mirar en la zona de grises del personaje para profundizar en esa complejidad que es dar vida al monstruo.
¿Hay nuevos talentos en este nuevo ciclo?
Ella no es nueva, porque ya tiene recorrido, pero Victoria De Gregorio es una tremenda actriz. Victoria tomó un personaje que no era fácil de interpretar y le dio un cuerpo y carácter únicos, que encaja muy bien dentro de lo complejo del caso. Aquí también aparece Theo Castro, que le da vida a Rojas -personaje de Pancho Melo- en su infancia. Theo es toda una sorpresa. En general, el elenco de esta temporada es realmente un lujo por lo profesionales que son.
¿Cómo fue filmar en la región del Biobío?
Uno de los grandes aciertos de esta temporada fue llevar el rodaje al Biobío. En todo este proceso de hacer viable la serie, creo que la mejor decisión que tomamos con el equipo de producción de Villano fue acercarnos al Biobío. El valor de producción que le da las locaciones de esa región a esta historia es enorme. El desierto más árido del mundo le dio un entorno y particularidad especial a la primera temporada. Todo lo que encontré en el Biobío para esta segunda entrega, el valor arquitectónico y la diversidad de parajes, es impresionante. Estimula para quienes estamos acostumbrados a filmar y rodar en Santiago. Ir a lugares nuevos donde poner la cámara y esto lo digo por el equipo de fotografía y arte. En Chile hay un tesoro único que son nuestras regiones. En este caso, desde mi experiencia, dentro de las que me ha tocado visitar, el Biobío es un lugar extraordinario por explorar. Ojalá vengan muchas más producciones después de nosotros. No solamente por las locaciones sino que también por la gente. Al igual que la experiencia en Iquique, encontramos otra región dispuesta a los rodajes y a estas experiencias audiovisuales. Ellos entienden que estos bichos raros no solo paran calles y se toman espacios públicos sino que también repararan en el beneficio que trae a las regiones llevar producciones audiovisuales, desde los servicios que están al lado, como la hotelería, la gastronomía o el transporte, y por cierto la imagen del país.
¿Cómo se dio que fuese TVN y no Mega quien exhibiera la serie?
El proyecto de segunda temporada siempre fue pensado para TVN. Hay una cuestión que como productora Villano siempre hemos considerado y es que el lugar orgánico de los contenidos financiados por el Consejo Nacional de Televisión es TVN, nuestro canal de televisión pública. Nosotros somos acérrimos defensores de esta televisión pública de calidad y que TVN sea nuestro canal emisor es un honor. La serie toca temáticas complejas para nuestra sociedad que para nuestro entender es deber de la televisión pública ponerlas en pantalla. En ese sentido, que “La Cacería” sea parte de la parrilla programática del canal cierra un ciclo virtuoso para la proyección global del proyecto.
¿Por qué no habría que perderse el regreso de “La Cacería”?
Esta pregunta siempre es súper compleja de responder, cuando está muy encima el proyecto, pero el motor para hacer esta segunda temporada de la serie y el principal punto de interés es que este nuevo ciclo explora en el complejo mundo de los abusos de la Iglesia Católica y el muro de silencio alrededor que se construyó a lo largo de los años amparado bajo el alero de la misma iglesia y poderosas instituciones oficiales. Esta es una temporada de personajes, donde se cruzan ciertos eventos biográficos del pasado del protagonista con las acciones del presente para navegar por las distintas vertientes de un complejo caso que cruza esto que estamos hablando de las fronteras del abuso y el encubrimiento. Es un tema súper sensible para nuestra sociedad lo que se comenzó a destapar a partir de las denuncias contra Karadima o lo que pasó con la visita del Papa Francisco, cuando no fue nadie a verlo y cómo Chile se transformó en la punta del iceberg de las denuncias a los abusos de la Iglesia Católica. Esto sin ánimo de atacar el genuino interés que tienen las personas de creer en algo o en alguien o de seguir una religión. Es simplemente apuntar a esas zonas oscuras, a esas manzanas podridas y abrir el tema a discusión, sobre todo en algo tan complejo, como los abusos, cómo se habla de ello, cómo se visibiliza, etcétera.
Fotografías gentileza Isidora Melo Ramírez.