El lunes 16 de octubre del año 2006, a las 22:00 horas, llegó a las pantallas de la señal privada la adaptación chilena de la exitosa telenovela homónima argentina de Telefe creada por Adriana Lorenzón y Marcelo Camaño, y basada en la clásica novela “El Conde de Montecristo” de Alexandre Dumas.
Junto con marcar el regreso de Mega a la realización de teleseries tras un complejo escenario en los años noventa, el estreno de la historia producida por la ahora extinta Roos Film y que tuvo grabaciones en Marruecos también marcó la primera vez en que dos teleseries chilenas compitieron en la franja nocturna inaugurada por TVN dos años antes con “Ídolos”. En esta oportunidad, “Montecristo” enfrentó a “Disparejas”.
“Montecristo. Un amor, una venganza”, adaptada por Mateo Iribarren y León Murillo, fue dirigida por Víctor Stella, Iván Canales y Jorge Ayala, y contó con la producción ejecutiva de Fernando Manns, Juan Luis Alcalde, Jimena Oto-Carbonell, Ignacio Eyzaguirre y Juan Harting, y las actuaciones de Gonzalo Valenzuela, Aline Kuppenheim, Iñigo Urrutia, Ingrid Isensee, Tomás Vidiella, Claudia Pérez, Lorene Prieto, Julio Jung, Bastián Bodenhöfer, Mónica Carrasco, Coca Rudolphy, Josefina Velasco, Rodrigo Muñoz, Juan Pablo Bastidas, José Martínez, Mateo Iribarren, Jaime Omeñaca, Tanja Zarhi y María Paz Jorquiera.
Historia
Año 1995. Santiago Díaz (Gonzalo Valenzuela) es un joven que aparentemente lo tiene todo: amor, futuro, familia, éxito. La vida le sonríe y le abre las puertas hacia un destino maravilloso cuando la traición de quienes lo rodean convierte de pronto todo eso en un total infierno. Hijo de un importante juez de la nación, Santiago acaba de ser nombrado secretario de un juzgado y planea casarse con Laura (Ingrid Isensee), la mujer de su vida.
Además de la pasión por el derecho, Santiago comparte con su gran amigo, Marcos Lombardo (Iñigo Urrutia), la adicción por la esgrima. Ambos se encuentran viajando juntos a jugar un torneo en Marruecos, África. Lo que Santiago no sospecha es que ese viaje, lejos de llevarlo al éxito, lo llevará directo a su desgracia, a través de una traición que no imagina se viene gestando a su alrededor.
Días antes de viajar, Santiago recibe una noticia trágica para él y para su amigo Marcos. Horacio Díaz Herrera (Bastián Bodenhöfer), padre de Santiago, acaba de descubrir que Alberto Lombardo (Tomás Vidiella), padre de Marcos, es el jefe de una organización que comete delitos gravísimos. Se dedican al tráfico de niños que venden en países del primer mundo, principalmente en Europa. Angustiado por el mal momento que su amigo está a punto de pasar, Santiago le oculta esta información sin sospechar que Luciano (Juan Pablo Bastidas), el asistente de su padre y uno de los aspirantes al nombramiento que Santiago consiguió, está muerto de envidia y dispuesto a traicionar al juez a quien cree artífice del nombramiento de su hijo. Alberto, entrenado para la maldad, le pide a su hijo Marcos que se deshaga de Santiago en Marruecos mientras él se encarga de deshacerse de Horacio en Santiago.
Es así como simultáneamente, el juez Díaz Herrera tiene un terrible accidente provocado por Lisandro (Mateo Iribarren), el tío de Laura y cómplice de Alberto en todas sus maldades. El juez muere y así, tendiéndole una trampa a Santiago, este es detenido, acusado de un crimen que no cometió. Marcos regresa solo y convence a Laura de que Santiago mató a una persona.
Desesperada, Laura quiere viajar a toda costa, pero Marcos le anuncia que unos delincuentes mataron a Santiago en la cárcel de Marruecos. Más desesperada todavía, Laura intenta un suicidio cuando descubre que espera un hijo de Santiago. Sola y sin saber muy bien que hacer, acepta la propuesta de casamiento de Marcos, enamorado secretamente de ella.
Abandonado a su suerte y encerrado en una de las peores cárceles del mundo, Santiago conoce a Ulises (Julio Jung), un veterano traficante de arte y prisionero desde hace muchos años, quien lo ayuda a recuperarse y a descubrir cómo fue que su amigo Marcos y los demás lo traicionaron. El odio se apodera de Santiago, quien no puede dejar de pensar en una sola cosa: vengarse de los que le arrebataron la felicidad y la vida.
Mientras tanto y convencidos de que el problema está terminado, Alberto, Marcos, Luciano y Lisandro, los cuatro conspiradores contra Santiago y su padre, se dedican a hacer una vida normal sin sospechar que diez años después, Santiago volverá para vengarse de ellos uno por uno.
Año 2006. Con la ayuda de Ulises, Santiago haciéndose pasar por muerto es arrojado al mar y logra escapar de la cárcel y hacerse de una fortuna también heredada de su compañero de celda. Mientras planea el regreso a Chile y su posterior venganza, va encontrando colaboradores dispuestos a servirle incondicionalmente pero que también tienen razones para volver y ejecutar sus propias venganzas personales. Entre ellos está Victoria (Aline Kuppenheim), una cirujana chilena cuyo objetivo en la vida es encontrar a su hermano o hermana que sabe está vivo, pero de quién perdió la pista al ser víctima del tráfico de menores y terminar siendo criada en una familia en España.
A medida que Santiago va penetrando en el mundo de sus enemigos bajo la piel de Alejandro Dumas, su causa pasa de ser una venganza a transformarse en un acto de justicia cuando descubre que Laura, a quien él mismo juzga como la gran traidora por haberse casado con su mejor amigo y haber tenido un hijo con él, no sabe que el hijo de Laura también es suyo, es en realidad la gran víctima de la maldad de Alberto.
Victoria, por su parte, se enamora de Santiago sin saber que su hermana a quién nunca más vio es ni más ni menos que Laura, la mujer a la que Santiago todavía ama con toda su alma. Santiago y Laura luego de sufrir durante diez años quizás logren ser felices finalmente.
Fotografías reproducción Mega.