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Hoy, a las 23:00 horas, Mega estrena su nueva teleserie nocturna. Escrita por Pablo Illanes y Josefina Fernández, y dirigida por Nicolás Alemparte, la historia se centra en el hombre más poderoso del pueblo sureño de Villa Ruiseñor, y cómo la llegada de un nuevo sacerdote, que tras una mirada impoluta y misericordiosa esconde los deseos de venganza que lo han movilizado toda su vida, harán tambalear su imperio y su familia.
Armando Quiroga (Álvaro Rudolphy) es el hombre más rico y poderoso de Villa Ruiseñor. Con gran olfato para los negocios, es un hombre de artimañas, muy amigo de los secretos y gran apostador; un machista de tomo y lomo con ideas ultra conservadoras. Impredecible y llevado a sus ideas, es imposible decirle que no. Hace veinticinco años está casado con una de las más bellas y refinadas mujeres de la zona, de quien se enamoró perdidamente cuando los dos eran muy jóvenes. Con ella tiene cinco a quienes adora por sobre todas las cosas, aunque es la segunda el único ser humano que es capaz de doblegarlo. Hace muchas décadas fue su padre quien comenzó con una tienda de abarrotes que hoy está convertida en los flamantes Almacenes Quiroga, los más conocidos de la provincia que están cumpliendo diez años de vida. Para él su familia es todo. Aunque con su esposa tiene poca intimidad pues para saciar sus apetitos más urgentes tiene otras mujeres. Las cosas cambiarán para Armando cuando llegue el nuevo sacerdote quien pondrá en tela de juicio su poderío y hará tambalear su imperio a través de su mayor debilidad.
Esta debilidad es María Elsa Quiroga (Mariana Di Girólamo), su hija. Hasta los diecisiete años, esta inocente y curiosa joven ha dedicado su vida al estudio y las enseñanzas domésticas, principalmente en el colegio donde pasa la mayor parte del tiempo en compañía de sus únicas amigas. La segunda del clan Quiroga es una estudiante obediente y de buenas calificaciones, con gran sentido de la generosidad, en especial con los más necesitados. Esta apariencia de niña ejemplar se contradice con lo que siente en secreto por un joven esforzado, nacido y criado en Villa Ruiseñor, que trabaja como dependiente en los Almacenes Quiroga de propiedad de su padre. Muy temerosa del qué dirán, igual que su madre, la joven ha iniciado un romance con él del que todo el mundo murmulla. Conflictuada y sin saber cómo enfrentar a su padre su destino cambiará bruscamente tras la aparición del nuevo cura del pueblo. En adelante todo lo que María Elsa conocía, todo aquello en lo que creía, todas las cosas que amaba y las que odiaba, se derrumbarán cuando la relación que establezca con el nuevo sacerdote la haga sentir lo que nunca antes imaginó. Entonces nada volverá a ser igual para ella. Y es que su llegada determinará para siempre su personalidad transformando su carácter y exacerbando alguno de sus rasgos más rebeldes.
Reynaldo Suárez (Mario Horton), que se ha dedicado en cuerpo y alma a dios, es el nuevo sacerdote del pueblo. Aunque ha tenido que enfrentar momentos de gran cuestionamiento que lo han dividido en dos. Por un lado, es un siervo de dios con la profunda convicción de ayudar y por otro, un hombre marcado por el resentimiento y la venganza. Hijo de una familia de clase media tuvo una infancia muy dura: trabajó desde los seis años. Nunca tuvo tiempo para perder en juegos de niños; tampoco, para enamorarse. A los trece años ingresó al seminario muy preocupado por el destino de su madre y hermana. Entonces las mujeres de su familia decidieron en busca de nuevos horizontes viajar al sur del país estableciéndose en un pequeño pueblo llamado Villa Ruiseñor. Lo que jamás pensaron es que en este lugar que prometía una nueva vida para ellas, se encontrarían con la desgracia y la tragedia. Luego de un tiempo en el seminario, Reynaldo recibe la macabra noticia de que su hermana decidió quitarse la vida luego de ser ultrajada. El horror de la injusticia y el abuso azotan la personalidad de él y su madre, quienes se han jurado venganza. Y es por esas cosas del destino que el padre Reynaldo ha sido destinado recientemente en el pueblo de Villa Ruiseñor, donde sus primeros pasos en este lugar quedarán marcados por el escándalo. Porque es ahí donde conocerá a María Elsa, la joven que lo hará dudar entre la rectitud de una vida santa y el amor de una vida en pareja. Todo ello se volverá aún más complejo cuando encuentre en este lugar al verdadero culpable de la muerte de su hermana, lo que desatará todo el plan de venganza que ha jurado concretar durante toda su vida.
El gran amor de Elsa es Camilo Corcuera (Etienne Bobenrieth), el huacho Corcuera como suelen llamarle. Durante años ha luchado contra su resentimiento y eso se lo debe en gran parte a su madre, una mujer luchadora quien lo educó a él y a su hermana como personas nobles y de bien independiente de su origen, la plata o la suerte que hayan tenido en la vida. Camilo sabe que su madre los educó a él y a su hermana trabajando en lo que podía, pero también con la ayuda de la familia Montero en cuya casa se ha desempeñado como empleada doméstica desde hace muchos años. Camilo es un hombre trabajador, esforzado, buen hijo y hermano, generoso y capaz de todo con tal de sacar adelante a su familia. Y aunque no es un romántico sino más bien realista, se dejó llevar por el encanto de la chica equivocada: María Elsa, la hija del hombre más rico del pueblo. Cansado de fingir ante la hipocresía de Villa Ruiseñor y enamorado perdidamente de esta joven de una clase distinta a la suya, Camilo sin darse cuenta pierde la cabeza y el miedo. Y ella también, pues no ha podido ocultar del todo el amor infinito que siente por este hombre bueno. Sin embargo, hasta los hombres más buenos algún día tienen que abrir los ojos. Y eso ocurrirá con el menor de los Corcuera que ante la llegada del padre Reynaldo cambiará drásticamente su vida. Porque si en un comienzo el sacerdote será el gran aliado que necesita para luchar por su amor; más pronto de lo imaginado el joven descubrirá que la relación entre su querida María Elsa y el generoso cura va más allá de una amistad a toda prueba.
La esposa de Armando es Estela Undurraga (Patricia Rivadeneira), una de las mujeres más hermosas del pueblo, hija de un reconocido agricultor de la provincia. En apariencia es una mujer feliz, generosa, una madre preocupada y una esposa ejemplar. Ante los ojos del pueblo su vida de casada es maravillosa y casi idílica, pero a puertas cerradas es totalmente distinto. En privado, ella aguanta a diario la opresión de su marido. A veces física, pero siempre sicológicamente. Con sus hijos es una madre dedicada. Con la mayor, Estela siente una afinidad profunda ya que comparten el gusto por las labores de la casa y una mirada cercana de la vida. Con María Elsa, en cambio, la relación es más compleja. Sobre todo desde que su hija comienza a estar en boca de todos en el pueblo, primero por el amorío secreto con el hijo de una empleada doméstica, y luego por la ambigua relación que establece con el sacerdote Reynaldo. Ambos rumores se convierten rápidamente en chismes y Estela, que de estas cosas sabe más que nadie, intenta combatirlo como puede aunque pagando un alto precio: las malas lenguas logran hacerle daño a ella y a su familia. Por esto sufre una verdadera fractura en su carácter. Comienza a ver las cosas con desilusión y desesperanza, además en el camino descubre un presente aterrador: tras descubrir que Armando tiene una amante, es encerrada por su propio marido en un manicomio. A su regreso para recuperar a sus hijos y el sitial al interior de su familia, Reynaldo será su mayor aliado. Aunque la vida aún le tiene deparada un pedacito de felicidad cuando reaparezca en su vida un amor adolescente.
Isabel Quiroga (Alejandra Araya) es la hija mayor de Armando y Estela. De niña, antes de la llegada de María Elsa, ella era la favorita de sus padres y el foco de atención de las miradas de todos los pueblerinos. Nunca se había visto una niña tan hermosa en Villa Ruiseñor. Sus orgullosos padres buscaron incansablemente el real heredero del imperio que ya se avizoraba en el futuro esplendoroso del comerciante más importante de la región. Para mala suerte de Armando, el hombrecito no llegó, pero sí nació María Elsa, con lo que se terminaron las atenciones para la hermana mayor. Debido a las comparaciones constantes con su hermana, Isabel se convirtió en una mujer competitiva, prejuiciosa y maniática, una de las lenguas más ácidas del pueblo a la hora de hablar más de los demás, en especial de sus enemigos, que no son pocos. Muy conservadora y rígida de pensamiento, de temperamento fuerte y armas tomar, Isabel no puede quedarse callada, siempre dice la última palabra en las discusiones, sobre todo si son con María Elsa. A pesar de su carácter siente un profundo amor por su marido, quien es su norte y su misión. Pero luego de casarse con él y empezar a compartir la intimidad descubre que el matrimonio no es como pensaba.
Los más pequeños de la casa son Martín Quiroga (Francisco Godoy), el hijo mayor de los Quiroga Undurraga. De todos los hijos de la familia es el más cercano a Estela, un joven caritativo y de alma servicial. Mientras que Domingo Quiroga (Andrés Commentz), será la gran tristeza de esta familia, ya que sufre un grave accidente protagonizado por su propia madre. Y Sofía Quiroga (Catalina Benítez), la hermana menor, una niña muy curiosa y encantadora tiene un vínculo muy especial con María Elsa.
Fresia Toro (Mabel Farías) lleva cincuenta años trabajando para la familia Undurraga. Llegó a los diez años, cuando Estela era una niña. Ha visto pasar varias generaciones de esta familia, dos guerras mundiales, hijos, amores, amantes, secretos y toda clase de mentiras guardadas debajo de la alfombra. A estas alturas nada la sorprende demasiado, mucho menos la vida de sus patrones, sus hijos y sus nietos, aunque todos, pero todos los días Fresia sufre por algo que le ha ocurrido a alguno de ellos. En especial a María Elsa, que no sólo es la más acontecida de la familia sino, además, su favorita. Esta mujer central en la vida de los Quiroga Undurraga es la confidente y mujer más cercana en la vida de la joven rebelde, la persona que la entiende y apoya en todas sus más disparatadas decisiones. Cocinera oficial de la casa, es extremadamente celosa de su trabajo con las otras empleadas que sirven a la familia. Es una empleada perfecta a la hora de servir, pero también la aliada más leal a la familia. Este detalle es reconocido por todos en la casa, empezando por el propio Armando. Muy querendona con los hijos varones, demuestra su machismo declarado a cada segundo. Para ella los varones son los tesoros más preciados porque serán los que darán la cara por la familia en el futuro.
Otra de las familias que habita el pueblo de Villa Ruiseñor es la de Lamberto Montero (Andrés Velasco), un hombre sencillo, de gustos simples, muy amigo del campo, los animales y la naturaleza. Conservador, chapado a la antigua, pero con un corazón de oro, está casado con una mujer a la que adora, con quien tiene dos hijos. Con Armando tiene una estrecha relación de amistad. Ante algunos recientes reveses económicos él lo ha ayudado. Ambos comparten el interés por el bien común, aunque sea aprovechándose de los intereses de los pueblerinos. Lo que Lamberto ignora es que hay otra cosa que también comparte con su poderoso amigo: el amor de su esposa. Cuando las sospechas de una infidelidad de su mujer se hagan más evidentes, la burbuja en que hasta ahora ha vivido se romperá al igual que su perfecta vida. Sobre todo, cuando en medio de las discusiones con su esposa, descubra que ella sabe desde años su mayor secreto: Camilo es su hijo, fruto de una relación de hace años con la empleada de la casa.
Ángela Bulnes (Paola Volpato), esposa de Lamberto, es una de las mujeres más atractivas y elegantes del pueblo. Nacida en el seno de una familia de aristócratas, empresarios e intelectuales, tuvo la oportunidad de viajar desde muy niña lo que le ha dado una amplitud y mirada distinta a la de las mujeres de su época. Es la mayor de varios hermanos y a temprana edad aprendió a comportarse en sociedad. Hábil como una serpiente, se adapta a las circunstancias siempre atenta al qué dirán, a las miradas y juicios de los demás. Hace ya muchos años se casó con Lamberto sin amor, fruto de un arreglo entre su suegro y su padre. Pero ella nunca se quejó y aceptó en silencio porque a cambio consiguió una familia. Montero la adora por sobre todas las cosas, aunque para ella sólo es su marido, alguien que de verdad no le despierta ningún interés ni deseo. Porque su verdadero objeto de deseo está con Armando, su amante desde hace años. Son sus hijos quienes definitivamente despiertan en ella el amor y lealtad. Con ellos tiene una relación bien cercana; el mayor es definitivamente su favorito y aquel al que dedica mayor atención. Su hija, en cambio, siempre ha tenido una personalidad compleja que Ángela no entiende y eso las hace entrar en continúas pugnas. Hace muchos años esta mujer de armas tomar y que comienza a exhibir serios problemas con el alcohol, sospecha de la cercana relación que tiene Lamberto con la empleada de toda la vida de su familia. Y con el tiempo ha descubierto algunos secretos que prefiere seguir guardando para no hacer trizas su precaria estabilidad.
Gerardo Montero (Nicolás Oyarzún), el hijo mayor de Lamberto y Ángela, no sólo es uno de los solteros más codiciados del pueblo, además se trata del único doctor de Villa Ruiseñor. Hombre recto, muy apegado a su familia y a los valores tradicionales, se caracteriza por defender a ultranza a los suyos, en particular a Isabel su gran amor. La conoció cuando ella estaba en el colegio y nunca más se separaron. Él la adora porque la conoce mucho, sabe cuáles son sus defectos y virtudes. Esto lo ha llevado a un compromiso real y profundo con la mujer que, está seguro, será su esposa y la madre de sus hijos. De carácter convencional y prácticamente sin curiosidad, Gerardo no se ha atrevido a experimentar su sexualidad con Isabel. Por lo que, pese a su edad y a sus conocimientos fundamentales para el pueblo, el cuerpo femenino es un total misterio para él. Esta extraña situación determinará completamente su matrimonio y su historia junto a una seguidilla de acontecimientos que cambiarán sus planes.
Por su parte, Augusta Montero (Fernanda Ramírez) es una fiel representante de su generación: clasista a más no poder. No existen medias tintas, si alguien no tiene apellido para ella no es nadie aunque le sobre la plata. Muy mal criada por su padre Lamberto, de su madre aprendió las reglas para sobrevivir siendo mujer en Villa Ruiseñor. Es la mejor amiga de María Elsa, a quien adora y respeta, al menos hasta descubrir la relación que tiene con el huacho Corcuera. La educación de Augusta empieza a tambalear cuando descubre el gran secreto de su padre: el hijo ilegítimo que tuvo con la empleada doméstica. Cuando descubra que Camilo, el mismo del que tanto se ha burlado, es su hermano el mundo se le caerá a pedazos. Le perderá todo respeto a su padre y rápidamente verá como su familia se destroza por culpa de un secreto por largos años guardado. Augusta es una muchacha segura, déspota y manipuladora, pero pronto, luego del escándalo familiar y el matrimonio de su hermano Gerardo, se queda sola viviendo con sus padres y comienza a pensar que el amor incondicional de su pareja puede serle útil para armar una vida. Con lo que no contaba es con la aparición del hermano mayor de su novio que puede trastocar completamente su aparente estabilidad.
Silvia Corcuera (Francisca Gavilán) es la empleada de los Montero. Nacida en un caserío de la zona del barrio chino, en las afueras de Villa Ruiseñor, es una de las mujeres más conocidas del pueblo. Enérgica, trabajadora, simpática y generosa, se ha dedicado a trabajar duramente para mantener a sus dos hijos y sacarlos adelante, una tarea que ya parece cumplida. Inteligente y caritativa, esta mujer tiene un gran talento en la vida: sabe perfectamente cuando quedarse callada. Desde los once años se desempeña como empleada doméstica de la casa Montero. Lleva treinta años ahí trabajando y viviendo con la familia. Así ha sobrevivido en un tiempo donde los pobres no tienen voz y donde la servidumbre es tratada con desprecio y soberbia. Pero en silencio Silvia ha acumulado años de resentimiento, pero también ha ido guardándose lo que siente: un amor profundo y prohibido por su patrón, don Lamberto. Durante años han sostenido una relación secreta, llena de misterios y enigmas, y de la que nació su hijo Camilo.
Antonieta Fuentes (Constanza Araya), una mujer agradecida de la vida, es la otra hija de Silvia. Trabajadora, astuta y siempre preocupada de los demás, trabaja en la hostería Möller, donde rápidamente se ha vuelto indispensable para el manejo del negocio. Adora a su madre, y también a su hermano Camilo. Sabe todo lo que Silvia ha luchado para sacarlos adelante a ella y a su hermano, por lo que está muy orgullosa de ella. Su madre siempre ha sido un ejemplo a seguir, esto cambia al enterarse de un secreto que lleva años guardando, un romance del pasado con su patrón Lamberto. La crisis alcanza a su familia con desastrosos efectos secundarios, por lo que deberá luchar por apoyar a Camilo. Es aquí donde ella se transforma en el sostén de la familia, sin embargo, comienza a desarrollar sentimientos por un hombre que jamás imaginó, que está casado y que la obliga a dudar de su comportamiento ejemplar.
Ernesto Möller (César Caillet) es el empresario hotelero más importante de Villa Ruiseñor. A pesar de haber sufrido mucho, Ernesto es un hombre optimista. Su mujer, Leonor, murió hace diez años a causa de una larga enfermedad, abandonándolo con tres hijos y un negocio que recién despegaba. Hasta ese momento todo era felicidad en su vida. Pero esta tragedia cambió por completo sus planes y entonces ha hecho lo que ha podido para educar a sus hijos de la manera más correcta posible, siempre pensando en lo que su esposa hubiera hecho en su lugar. Möller es un hombre sensible, cercano, simpático y de buen sentido del humor que se lleva bien con todo el mundo, menos con Armando. La rivalidad entre ambos es de antigua data, pues a pesar del tiempo que ha pasado no pierde las esperanzas de conquistar algún día a Estela y arrebatársela a Quiroga y así revivir un romance que tuvo con ella cuando eran adolescentes. Él está seguro que se lo merece. Sobre todo porque está convencido que Armando no la quiere y que terminará inevitablemente por hacerle daño. Este hombre también entrará en la carrera política, convirtiéndose en un serio rival para Armando.
Horacio Möller (Gabriel Cañas) lleva el encanto en la sangre. El hijo mayor de Ernesto es un hombre de mundo, viajado, culto, de gran sentido del humor y físicamente muy atractivo. Sofisticado y con una abultada reputación con las mujeres se dedica a los negocios de diverso tipo, siempre caracterizándose por su buena suerte. Horacio se ha convertido en favorito de su padre, un hombre que ha hecho crecer el negocio hotelero familiar para extenderlo en otras ciudades de la nación. Desde siempre Horacio ha odiado Villa Ruiseñor, desprecia profundamente la sociedad pacata y tradicional, constantemente se burla de las actividades del pueblo. Con sus hermanos tiene una relación a la distancia, pero es muy cariñoso con ambos en especial con la menor. Durante los últimos tres años ha vivido en Santiago, siempre buscando excusas para no volver al pueblo. Ernesto parece preocupado por seguir cosechando negocios, pero también por la falta de una esposa en la vida de su hijo. Eso hasta que regrese a Villa Ruiseñor y encuentre ahí la posibilidad real de formar una familia con una de las hijas del mayor rival de su padre.
Carlos Möller (José Antonio Raffo) que se caracteriza por su simpatía y encanto es uno de los solteros más apetecidos de la provincia. A pesar de la fortuna, Carlos no es un frívolo ni un vividor, por el contrario, tiene las ideas claras al menos en su cabeza. Siguiendo el ejemplo de su padre, pretende dedicarse al negocio familiar, ámbito en el que su hermano mayor le lleva amplia ventaja. Menos inteligente que Horacio, más joven y simple, Carlitos siente que su hermano se ha llevado todos los aplausos. A diferencia de lo que ocurre entre Isabel y María Elsa, en el seno de la familia Quiroga, Carlos y Horacio son hermanos inseparables. Se adoran y se extrañan cuando no están juntos. Carlitos podría haber conseguido cualquier muchacha del pueblo, pero escogió a la controversial Augusta. Luego de muchos esfuerzos ha logrado conquistarla, pero es sólo el inicio de una tormentosa relación.
La menor del clan es Mercedes ‘Mechita’ Möller (Soledad Cruz). Gran amiga de María Elsa y Augusta, es una muchacha inocente que ha crecido en un mundo de varones. Su madre falleció cuando era una niña y desde ese entonces vivió con su padre y sus hermanos. Por eso hoy, cuando ya es casi una mujer, sus dos inseparables amigas son lo único importante. Asustadiza y siempre temerosa de la autoridad y los castigos de la directora del colegio al que asiste, de las tres amigas es la más ingenua y la que más sufre con los escándalos de María Elsa. Mechita, sabe que en el pueblo lo más importante es mantener una buena reputación. A pesar de que su padre es un hombre bastante liberal, ella ha comprendido desde niña que para las mujeres la vida es muy distinta, sobre todo en Villa Ruiseñor. Por eso se cuida mucho de no llamar la atención, lo que a ratos descoloca a sus hermanos.
Lidia Letelier (Carmen Disa Gutiérrez) es la madre de Reynaldo. Una vida durísima, con pocas alegrías y demasiadas tragedias es la que ha tenido que enfrentar esta mujer a lo largo de los años. Pobre, sin suerte ni educación, ha sobrevivido gracias al ingenio y la fe en cristo. Sumamente religiosa, se vio obligada a asumir su pobreza como una condición intrínseca al igual que la mala suerte. Fue madre muy joven de Reynaldo y Teresita. Lidia crio a sus hijos sola, sin la ayuda de nadie, trabajando de sol a sol en lo que pudiera. Eso hasta que se enfermó de tuberculosis cuando su hijo aún era un niño. Durante un año y medio estuvo prácticamente agonizando encerrada en su casa. Todos pensaron que moriría pronto, menos Reynaldo, quien se encomendó a Dios e hizo una manda que marcaría su vida para siempre. Gracias a los rezos de su hijo se salvó. Ella se fue al sur con Teresita, en busca de nuevas oportunidades, así llegó a Villa Ruiseñor. En este pueblo infame nuevamente encontraría la tragedia con la muerte de su hija, durante una noche de horror. Sedienta de justicia, pretende destruir todo lo relacionado con Armando.
Guillermina Márquez (Ximena Rivas) representa a las altas autoridades educacionales del pueblo siendo directora del exclusivo colegio de señoritas de Villa Ruiseñor. Nacida y criada en esta localidad, sabe todo acerca de ella, su historia y sus habitantes. Solitaria y de carácter amargo, es hija y nieta de profesores, profesión a la que adora por sobre todas las cosas. Su vida es su trabajo, su bandera es la moral imperante en la época. Para aplicarla con rigor es capaz de todo. Mujer recta, muy estricta con todo lo relativo a la moral y las convenciones, es el terror de las alumnas del colegio. La directora suele castigar de manera muy firme a quienes desobedecen sus reglas, en especial aquellas que tienen que ver con las principales virtudes de una muchacha del pueblo: la virtud y el decoro. Lamentablemente para ella, aires de cambio están soplando en todo el mundo y el fantasma de la rebeldía, comienza a aparecer en el ambiente. Para horror de Guillermina, Villa Ruiseñor no está ajeno a estas transformaciones. Y eso se incrementa más aun con la llegada del joven y apuesto padre Reynaldo.
En Villa Ruiseñor además destacan los Almacenes Quiroga. Dentro de sus empleados se encuentra Renzo Moreno (Félix Villar), un ayudante para todo servicio de Armando. Trabaja junto a él en las tiendas, pero además lo ayuda en las tareas personales. Hombre aparentemente leal, trabajador y esforzado, sería capaz de dar una mano por su patrón.
También está Ingrid Ormeño (Romina Norambuena), una esforzada vendedora de los almacenes. Ella es una muchacha trabajadora y discreta que sólo pretende hacer lo correcto. Alejada de los chismes en el trabajo, es acosada por Renzo y critica constantemente su actuar en relación a su patrón, don Armando. Siempre muda y sorda ante los quehaceres de su jefe, sabe guardar los secretos, aunque quien sabe por cuánto tiempo.
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