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Fabián Garrido (Cristián Riquelme) tuvo un hijo hace siete años sin saberlo. Los padres adoptivos buscan a Fabián porque es su última esperanza para un trasplante de médula, pues al niño le diagnosticaron leucemia hace seis meses. Básicamente dos clanes se enfrentan; los pobres, que son la familia biológica del pequeño Nicolás; y los ricos, que son la familia adoptiva. Ambas familias mantienen una tensa cortesía mientras esperan que el niño sea operado. Una vez que es trasplantado, se empieza a intensificar un conflicto no sin matices.
De eso se trata “Te Doy la Vida”, la nueva teleserie diurna de Mega, una historia convencional que puede dar la sensación de que no resiste análisis. Sin embargo, sería antojadizo sentenciarla así nada más, porque en este caso se advierten muchos puntos a favor. La gran virtud de “Te Doy La Vida” es que entiende lo que es una buena telenovela clásica: es jugar con las estructuras de siempre, resignificándolas mediante el detalle, para que parezca que nos están contando una historia nueva aunque sepamos el desenlace de antemano.
Además de exhibir una mejor puesta en escena que el común de las teleseries nacionales de la franja de almuerzo, una de las principales cualidades de esta producción es abordar su temática central con respeto, sin pretender dar cátedra ni olvidar su función de entretener. Por eso es que los primeros capítulos se centran en el período previo a la operación con la sensibilidad necesaria y con el menor efectismo posible, para luego dar comienzo al verdadero conflicto, aquel donde el antagonista no es el mal que aqueja(ba) a Nicolás, sino su padre adoptivo, Emilio San Martín (Álvaro Espinoza), quien actúa por celos sobre su hijo y su esposa Isidora (Celine Reymond). Le sigue en villanía Daniela (María José Illanes), la hermana mayor de la protagonista, que ha crecido con envidia y con el resentimiento de saberse una hija no deseada.
Entre la escasez de historias secundarias, destaca el triángulo entre Rosa María (María de los Ángeles García), Samuel (Etienne Bobenrieth) y Gabriela (Carmen Zabala), una historia contada con encanto, simplicidad y verosimilitud, que hasta ahora no cae en el facilismo de configurar con antipatía a ninguno de los roles femeninos. Por otro lado, el colmo de la obviedad se da en la historia del hombre que engaña a su insoportable esposa con su secretaria más joven, relato que sobrevive gracias a lo bien que le quedan los papeles antagónicos a Cecilia Cucurella. Y el resto es arroz graneado por ahora.
A pesar de la estructura tradicional y varios actores en sus roles habituales, no sería justo decir que “Te Doy La Vida” cuenta bien una historia sin correr ningún riesgo. Sí, es la predecible historia de amor entre un mecánico y una mujer de clase alta. Sí, también es sobre la importancia de la donación de órganos. Pero principalmente es el relato de un hombre descubriendo una paternidad que ignoraba y su disputa con otro hombre que defiende su derecho de padre legal. Y en un género televisivo en el que tiende a primar la mirada femenina y con ella las historias de maternidades sufridas para lograr que el supuesto público objetivo se identifique, ese cambio de foco es un riesgo destacable. Por supuesto que la mirada de Isidora, la madre, está presente, pero tras el trasplante es aparentemente quien tiene menos que perder en este triángulo.
Todavía es pronto para saber si “Te Doy la Vida” se desarrollará de buena manera y si sus villanos evolucionarán de modo creíble. Pero tiene mucho más sentido escribir para los que ven teleseries que para los que las hacen, y tratándose de historias de tan larga extensión, las primeras semanas constituyen un buen momento para hacer una evaluación y afirmar si vale la pena seguirlas, asumiendo el riesgo de que esa apreciación pueda cambiar cuando el relato avance. Por ahora, “Te Doy la Vida” mantiene (y probablemente supere) el nivel de su antecesora (“Eres Mi Tesoro”) y se vislumbra como lo mejor de la nueva área dramática de Mega.
Lo mejor: «Rosa María» (María de los Ángeles García luciendo versatilidad nuevamente).
Lo peor: Pareciera que varios actores repiten personajes.