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Hoy, a las 23:35 horas, debuta la nueva serie de TVN. Escrita por Luis López-Aliaga, Pablo Toro, Ángela Bascuñán, Bárbara Saavedra y Sebastián Vivero, la ficción entra en la intimidad de tres parejas, muy distintas entre sí, tanto generacional, geográfica y socioeconómicamente, con la idea de mostrar como son los chilenos en sus dormitorios.
Los veinteañeros. Natalia Sierra (Luciana Echeverría) y Franco Farías (Gabriel Cañas) pololean desde hace dos meses. Se conocieron carreteando y el contexto mágico de la celebración hizo que el amor fuera desde un comienzo intenso y fulminante. Ella es estudiante de teatro y él estudia ingeniería eléctrica y arrienda una pieza en una casona en el Cerro Playa Ancha, donde invitó a Natalia a vivir. Con pocos recursos, se embarcan en el proyecto de ahorrar plata durante un año para partir a mochilear por Latinoamérica.
Natalia es hija única de madre soltera. Su padre la abandonó cuando era pequeña y, desde entonces, busca una figura paterna en cada una de sus relaciones de pareja, pero no lo ha encontrado. Junto con esforzarse por sus estudios de teatro, Natalia también trabaja como garzona en un restaurante del cerro Concepción, pero no es muy cumplidora y suele llegar tarde y confundir los pedidos. Como suele recriminarle Franco, Natalia parece estar en la luna. Pese a esto, está siempre creando emprendimientos para juntar dinero, como vender cachureos en la feria, vender hamburguesas o quequitos mágicos. Es una mujer relajada y carretera. El presente es ahora y hay que disfrutarlo al máximo.
Mientras que él es reflexivo, introvertido y muy organizado, es ordenado y meticuloso. Además de protector y comprensivo. Franco es coqueto y seductor, aunque sólo tiene ojos para Natalia. Mientras que en su casa es el regalón de sus padres. Su padre es un gásfiter de campo, reservado y poco comunicativo, pero cariñoso, a quien él ayudó desde niño en sus trabajos. Su madre es una pequeña comerciante que tiene un puesto de frutos secos, productos de miel y mermeladas en la plaza de La Calera. Viven entre La Calera y Quillota, en una casa de campo que sus padres han construido con esfuerzo. Ellos están orgullosos de que Franco ya esté en cuarto año de ingeniería y han luchado siempre para darle lo mejor. Franco además es bueno para los números y es el que lleva las cuentas de la casa. Es él quien proyecta concretamente el viaje por Latinoamérica, sabe la plata que van a necesitar, los países por los que andarán, etc.
Los veinteañeros están llenos de entusiasmo y energía, pero de a poco comienzan a florecer diferencias que no imaginaban: el orden en la pieza, los hábitos para dormir, incluso la música que escuchan. Pequeñas cosas que al principio se toman con humor, y que suelen tapar todo con el sexo, algo en lo que siempre están de acuerdo.
Los treintañeros. Catalina Carranza (Elisa Zulueta) es abogada y Gonzalo Muñoz (Benjamín Vicuña) periodista freelance. Él es más bien de izquierda y liberal, ella, aunque se declara progresista, es claramente más conservadora. Las diferencias sobre como veían la vida, las diferentes profesiones y mundos de los que venían en vez de separarlos los hicieron más atractivos el uno para el otro y se fueron a vivir juntos. Al quinto año de convivencia tuvieron un hijo. Ahora Mateo ya tiene seis meses y ha llegado la hora a la que tanto se ha resistido ella: sacarlo de la pieza matrimonial.
Catalina es perfeccionista y tenaz. No quiere que pase mucho tiempo sin darle un hermanito a Mateo. Estudió en las SC Monjas Inglesas. Todos sus amigos son de ese colegio y de la Universidad Diego Portales, donde estudió derecho y se tituló con honores. Ahora trabaja en una oficina de abogados en Sanhattan. Catalina es ciclista furiosa, con conciencia ecológica, recicla en el punto limpio y practica jogging. En cuanto a su historia familia, su madre la abandonó a ella y a sus hermanos cuando era muy pequeña y quedó al cuidado de su padre, Héctor Carranza, con quien tiene una relación muy estrecha y dependiente. Su padre es de centro derecha y votó por Büchi. Ella, sin embargo, se declara mucho más progresista y liberal, aunque no por eso deja de comprarse la ropa en el Portal La Dehesa. Atrapada por sus contradicciones, siente culpa por su origen cuico y hace esfuerzos por parecer lo que no es.
Gonzalo en cambio, es relajado, gozador y desinteresado. Hijo mayor de cuatro hermanos, sus padres son Bacheletistas, pero él se declara progresista con una mirada amplia y jugada de la política. Estudió en el Liceo Manuel de Salas e ingresó a la Universidad de Chile para estudiar periodismo. Su sueño es ser editor de un medio independiente y escribir un libro. Cada miércoles se junta con “Los Manolos”, la liga de futbolito que tiene con sus amigos del colegio. Agnóstico, su única religión es Cobreloa, aunque ni siquiera conoce Calama. Es carnívoro, parrillero profesional, juega casi a diario FIFA16 y con Holanda, que es lo más parecido a Cobreloa que encuentra en el videojuego. A esta pareja le ha costado recuperar la intimidad y el tema del deseo (o la falta de éste) comienza a teñir todos los ámbitos de la pareja.
Los cuarentones. Cecilia Martínez (Francisca Gavilán) y Roberto Aguilera (Daniel Muñoz) han construido una hermosa familia, pero han llegado a ese momento en que sus hijos ya están grandes y ambos se comienzan a preguntar si tendrán tiempo para ser y hacer lo que soñaron. En especial Roberto, que lleva a cabo pequeños cambios que Cecilia no entiende a estas alturas de sus vidas. En esta nueva etapa, después de tanto tiempo preocupados de los hijos y la casa, tendrán que mirarse de frente y reconocerse y redescubrirse como pareja.
Cecilia es enfermera y trabaja en el SAPU de Los Ángeles, en la región del Biobío. Madre de Nicolás, Andrea y Matías. Cecilia está cien por ciento conectada con la gente, le interesa hacer cambios sociales desde su comunidad y ayudar al prójimo desde su profesión. Gracias a esto es muy querida, tanto así que la saludan permanentemente en la calle y todos la conocen. No es de las personas que se complica, a todos los problemas les busca solución. De risa fuerte y buena para el garabato, Cecilia se mueve para todos lados, pareciera que a su día le faltan horas.
Por su parte, Roberto es un buen padre, responsable, atento y preocupado de la educación de sus hijos. Es aprensivo y se resiste al progresismo y a los cambios generacionales. Roberto trabaja en una sucursal bancaria y ve como los demás se arriesgan para cumplir sus sueños y se pregunta de qué forma puede darle un giro a su vida. Roberto, ya se acerca a los cincuenta, sabe que ya no tendrá muchas más oportunidades de cambiar de rumbo. Está aburrido de su trabajo, aunque a la caja del banco siempre llegan ideas de negocios que le hacen vislumbrar oportunidades que Cecilia, siempre más centrada, se encarga de criticar.