Fotografía Francisca Fuenzalida Moure |
Valentín Pimstein, el ex hombre fuerte de Televisa, productor de telenovelas mexicanas emblemáticas como “Los Ricos También Lloran” y “La Colorina” cuenta qué piensa de las historias chilenas y del fenómeno de las turcas. Por Francisca Fuenzalida Moure.
Llego diez minutos tarde, pero igual me recibe con una sonrisa, una taza de café con leche y torta de mil hojas. Su departamento parece sacado de un anticuario, todo está impecable, hay muchos adornos de plata, cuadros, un biombo, al parecer chino y un elegante piano negro ubicado al centro del enorme living de su departamento con vista a la cordillera. No sé si alguna vez tocó el piano, pero lo que si me cuenta es que como parte de una escena a la actriz Lucía Méndez la subió arriba de uno, ligera de ropas en la telenovela “La Colorina” y que Televisa lo castigó por eso, sacándolo del canal 2, el de Las Estrellas, y poniéndolo en el del “desagüe” como él dice pero “no se pudo porque mi teleserie marcaba más rating.” Así que lo volvieron a su horario y la telenovela fue un éxito mundial.
Anécdotas como esta Valentín Pimstein tiene millones. A sus noventa años, y ya retirado hace tiempo, su mente está lucida y su sentido del humor es impecable. Él dice que ha llegado muy alto. “Es que vivo en el piso doce”. Pero la verdad es que ha llegado mucho más alto de lo que aquí en Chile se conoce. Ha producido más de ochenta telenovelas entre los años 60 y 90. Muchas veces, incluso, produciendo tres por año. La pila no se le agota nunca y la picardía tampoco. Me encuentra bonito perfil, como de actriz, pero le cuento que trabajo como guionista de televisión. Abre los ojos y me pregunta dónde. En casi todos los canales, le digo. “Igual, nunca es tarde”, añade sonriente.
Estaba feliz porque Chile jugara con México, pero no por ser un amante del fútbol, sino porque ha tenido una intensa vida social con las visitas de sus “cuates”, algunos de ellos, los ha formado él mismo en lo profesional, y han partido desde abajo, tal y como él partió cuando se fue de Chile a los veinticinco años con un sueño en mente: Hacer cine.
“Después de haber hecho algunas películas, invité a mi señora orgullosamente a ver una película mía que se estrenaba, y a los diez minutos de proyección en el cine Alameda de México, nos miramos. Sin emitir comentarios, nos paramos y nos fuimos del cine. Ahí me di cuenta que el cine no era para mí. En esa época tenía contrato con Filmex para terminar tres películas, pero cada vez que terminaba una, sentía que era un fracaso más. Y me retiré del cine.”
Encontró trabajo rápidamente en una cantina como mozo donde trabajaba también Cuco Sánchez, un cantante y compositor de los años cincuenta. Otra de sus anécdotas es la manera como conoció al dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo. Se pusieron a “platicar” de sus fracasos en el cine y el dueño de Televisa lo invitó a trabajar con él, claro que como niño de los mandados. Conoció Acapulco, siendo asistente del chófer. Pero dice que eso le permitió conocer la producción por dentro.
Verónica Castro en la entrada de la exitosa telenovela |
EL MÉTODO PIMSTEIN
De todos los éxitos que ha tenido el que recuerda con más cariño es “Los Ricos También Lloran”, dice que fue una teleserie que tuvo una anécdota inolvidable para él, que lo marcó profundamente.
“Estaba en el velorio de un amigo mío de años, donde lloraba desconsoladamente su hija Teresita, fui a la cocina a traerle un vaso de agua para ella, y cuando yo entro a la cocina, me comenta la cocinera extrañada, que porqué llora Teresita si tiene tanto dinero… Y eso se me grabó en la mente. Hasta que llegué a producir la teleserie ‘Los Ricos También Lloran’, primero tuve el nombre y la idea de la teleserie: Los ricos y pobres lloramos por igual.”
Esa telenovela le abrió a Pimstein los mercados internacionales a las telenovelas mexicanas. Incluso, llegó a Rusia, añade.
“Los Ricos También Lloran”, fue emitida en el año 1979, y se dio en más de 150 países, siendo doblada a veinticinco idiomas. Su protagonista fue Verónica Castro, quien se hizo conocida en todo el mundo.
Cuando se le pregunta por el ingrediente más importante de una teleserie no duda en decir que la historia tiene que llegar al corazón, “si no hay corazón no hay historia”.
El problema está en encontrarla, le digo. Su consejo es simple, pero no fácil. Lo más importante es saber qué quiere el público. Y ante mi insistencia de ahondar más en el tema, me responde que se iba a barrios populares con su libreta y entrevistaba a la gente, tomaba una cuadra, que eran como diez casas, y les pregunta lo que querían ver. “Ellos saben lo que quieren ver, son abiertos. Es la gente rica, la que es cerrada.”
Asiento, sin embargo a veces la gente no sabe lo que quiere, pienso, y lo que esperan es la novedad dentro de un terreno conocido, pero él parece que me leyera la mente y subraya: el lenguaje universal son los sentimientos. Sin eso, no hay nada.
Valentín en Los Ricos También Lloran |
LAS TELESERIES CHILENAS DEJARON DE LLEGAR AL ALMA
Acerca de la irrupción del fenómeno de las teleseries turcas, su opinión es lapidaria: Las teleseries chilenas no están llegando al alma, salvo, excepciones.
“Las que me han tocado ver… son historias que dejaron de llegar al alma, ya no tienen corazón, muestran escenas crudas de mucho sexo y muy obvias. Las turcas van directamente al corazón, no son tan explícitas, dejan que la imaginación del televidente vuele, fluya.”
Con sus ojos traviesos me dice “Mira, no sé cómo decir esto sin que los actores se enojen, pero si tú reemplazas a los actores y los vistes con el mismo vestuario, la gente se puede molestar al principio, pero lo va a aceptar, pero si no hay una buena historia, no tienes nada”.
Y él sabe de lo que habla, porque en una telenovela echó a la mitad del elenco y lo reemplazo por otro. Desde entonces, nunca más tuvo problemas con los actores.
Cuando estaba en pleno éxito, se llevó a actores y escritores chilenos y les dio una oportunidad en México, Arturo Moya Grau, para él es el gran escritor que ha tenido la televisión chilena. En México se adaptó la teleserie “La Madrastra” en 1962 y en el 2005.
Valentín y su reencuentro con Lucía Méndez |
EL SONOPRONTER
Valentín Pimstein lleva viviendo ocho años aquí en Chile, se vino porque su señora, Victoria Ratinoff, también chilena, tenía a sus padres aquí y él, a sus hermanos, pero me dice que no se acostumbra. No entiende la mentalidad del chileno, lo encuentra un poco a la defensiva. Los mexicanos son más cálidos. “Aquí la gente vive apurada”.
A sus hijos sin embargo, no los puede considerar chilenos. Su familia me cuenta, ha sido parte fundamental del éxito que ha tenido en su carrera.
“A mi mujer le debo mucho. También a mi hijo Víctor que me ponía en contacto con formas visuales de arte, mi hija Viviana me hacía la letra de las canciones de entradas de las telenovelas y mi hija Verónica fue mi productora asociada hasta que despegó con alas propias.”
Como consejo a los productores chilenos, aparte de preocuparse por la historia, me dice, ellos debieran usar el apuntador electrónico (sonopronter, más conocido como “la muela”). Un aparato que va diciéndole las líneas al actor.
“Es imposible que los actores puedan memorizar y actuar sesenta minutos diarios de un argumento que generalmente tiene 200 capítulos, lo cual lo lleva a perder el personaje a través de la telenovela. Con el apuntador electrónico se maneja totalmente las historias y sus tiempos y existe menos desgaste para los actores.”
Termino de tomarme el café, frío ya, y me aclara que en Chile existe mucho talento, de actores y algunos escritores también; que hay mucha belleza en las locaciones, el vestuario y la música; que sólo falta que la gente se sienta más identificada con las historias que les quieren contar…
Y así es, porque después del fulminante éxito de las telenovelas turcas que trajo Mega, que sedujo a la audiencia, especialmente a las mujeres mayores de 35 años, varios canales han perdido la brújula, la mayoría ha perdido dinero, y casi todos… rating.
Acuérdate Francisca, me sopla cual Yoda, el sabio maestro de Luke Skywalker de la Guerra de las Galaxias. “Para escribir, sólo tienes que conectarte con tu corazón”. Que la fuerza esté conmigo, maestro, pienso. Y me despido de él hasta el lanzamiento de su libro de memorias, que ya está listo para salir del horno.
2 comentarios
Hay partes en que estoy de acuerdo y en otras que no mucho, con respecto a cómo fue llevada esta entrevista y de lo que piensa el señor Pimstein de las teleseries chilenas tanto actuales como en el tiempo.
1) La Madrastra se emitió en 1981 acá en Chile y su primera adaptación mexicana fue hecha en 1985, y no en 1962, por el mismo Pimstein con el título: "Vivir Un Poco".
2)Faltó mencionar que varias teleseries de Arturo Moya Grau que se emitieron en Chile fueron adaptadas en Televisa con gran éxito, relegando muchas veces en el olvido a las producciones que se realizaron en Protab, como "La Colorina", "Sol Tardío" y "J.J. Juez".
3)Hubiese interesante conocer de su boca cómo fue el intento que tuvo con Sergio Vodanovic para convencerlo de que le vendiera el libreto de LOS TÍTERES para así adaptarlo en México, cosa que finalmente no sucedió.
4) ¿Qué fue de los guiones que escribieron Néstor y Daniella Castagno y José Ignacio Valenzuela cuando los invitó a escribir para Televisa poco tiempo antes que él renunciara a la empresa)
5) ¿Por qué no se le preguntó a don Valentin acerca de cómo vio la evolución de las teleseries chilenas y qué tal le pareció la llamada "época dorada" de las producciones, a partir de la década de los 90 hasta el año 2006.
Y sobre el señor Pimstein, las únicas cosas que no comparto con él son acerca del uso del famoso somnopromter, ya que eso es "malcriar" a los supuestos profesionales que son los actores y permitir que más artistas y no gente de teatro ingresen a las teleseries fácilmente. Y por último, que es súper ambiguo hoy en día hacer teleseries "con el corazón" sobre todo si no hay mayor desarrollo en la historia, producción,casting y si los números de sintonía no acompañan al canal que exhibe el producto, haciendo perjudicial el futuro de las producciones actualmente al aire y de cómo estarán armadas las a futuro.
Claro que ha devaluado la calidad de ciertas teleseries. Aunque actualmente siguen habiendo en Latinoamérica series de excelente calidad como Sr Ávila. Pero definitivamente coincido en que deberían retomar elementos fundamentales de la vieja escuela para crear producciones excelentes como las de aquella época.
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